Los ríos profundos de José María Arguedas, una recreación del sujeto andino


¡Agua debajo del agua!
Fémina,
Materna,
Colosal
Carolina Hidalgo

Uno de los grandes escritores peruanos del siglo XX es el maestro José María Arguedas (1911-1969), nos invita a disfrutar de nuestra literatura andina en la pluma de su espíritu creador. Desde la vértebra de los Andes, la cordillera que sobrevuela el cóndor en su eternidad; el autor en su novela Los ríos profundos (1956) revela la complejidad del “sujeto andino” como son: el indígena, el cholo y el mestizo. Desde el relato de un niño como es Ernesto, hijo de padres blancos y criado por indígenas; en su inocencia tan sutil, vive la confusión ante un mundo que no parece ser el narrado por su padre en sus historias de viajes; sino más bien el que iría descubriendo en el camino andado. Ernesto se sorprende del mundo, hace preguntas a su padre cada vez que están en un pueblo de los Andes; revela la sensibilidad  de quien reconoce la magia que hay  en él. Puede verlo despojado de las desigualdades y las deformidades de la ambición colonial. Acerca de sus viajes con su padre, Ernesto testimonia que: "Mi padre me había hablado de su ciudad nativa, de los palacios y templos, y de las plazas, durante los viajes que hicimos cruzando el Perú de los Andes, de oriente a occidente, y de sur a norte. Yo había crecido en esos viajes" (Arguedas s.f., 6).
El testimonio, la poesía, el mito y el canto son las características de la novela andina que ratifican “la literatura como matriz de cultura” en palabras del crítico y pensador ecuatoriano Alejandro Moreano, se refiere a: “La novela andina expresa la diversidad de la sociedad que sugiere de la “devastación de la gran sociedad feudal”, de su implosión, en la mirada de la conciencia que permaneció en los Andes" (Moreano 2014, 224). Hace algunos siglos, José Martí emprendió una lucha por la libertad de expresión de los pueblos de nuestra América, alertó que son ellos quienes deben hablar desde sí mismos para dar cuenta de su propia historia y en definitiva, actuar sobre sus propios destinos. Dentro del mestizaje se entretejió una suerte de sociedad en devenir; dado que las fuerzas coloniales obligaron a la mimetización y así mismo forzaron a la aculturación de cientos de pueblos para su sobrevivencia, no obstante, la fricción de los dos mundos occidente y la Abya yala, al igual que las bocas de dos ríos cuando se juntan, se compenetraron lenguas y visiones en un mismo flujo de continuidades. Los ríos profundos hablan de un sujeto andino sobreviviente a la ambigüedad de una modernidad, impuesta desde la evangelización -agenciada por la compañía de Jesús- y basada, en la economía feudal, especialmente en la explotación minera. No obstante, toda esta violencia no alcanza a extirpar las raíces del ayllu andino, la relación hombre-naturaleza. 
Con respecto al conocimiento y memoria de los Andes, el docente Arirurma Kowii distingue que: "Desde la matriz cultural, el sujeto está articulado a su entorno, a los tres mundos: hawa-uku –kaypacha, es decir que al universo no se construye como un sujeto aislado, sino todo lo contrario, como un elemento complementario que se auxilia en la cotidianidad. Es decir, existe una interrelación entre la madre naturaleza y el sujeto, el individuo". (Kowii 2014, 7)
Ernesto puede escuchar los secretos de la naturaleza. Los ríos profundos cantan, murmuran, comunican, matan, castigan, acompañan… el Pachachaca, el Apurímac. Las piedras se mueven, tienen memoria, están encantadas. Se filtran con el agua y por primera vez vuelven a contar la grandeza de un pasado ancestral.  Por eso pregunta a su padre si las piedras de la muralla en la ciudad de Cuzco:
 _ ¿cantan de noche las piedras?
_es posible. (Arguedas s.f., 8)
El nomadismo de su padre le posibilitaría una posición privilegiada para narrar su historia; su profesión de escribano y su profunda relación con las causas de los indígenas oprimidos por sus dueños, serán para Ernesto, un punto de referencia para comprender muchas de las luchas del sujeto andino por recrearse a sí mismo, desde sus mitos fundantes. Así los diálogos con su padre están cargados de una sabiduría que subvierte las lógicas occidentales. Cuando Ernesto llega a la plaza principal de Cuzco, le pregunta a su padre por el origen de la construcción de su arquitectura, y este le responde:
-Esta plaza, ¿es española?
-No. La plaza, no. Los arcos, los templos. La plaza, no. La hizo Pachakutek, el Inca renovador de la tierra. ¿No es distinta de los cientos de plazas que has visto? (Arguedas s.f., 9) 


Estas hibridaciones culturales parecen visibilizarse en la arquitecturas de los pueblos y ciudades;  hay un antes y un después que aún se puede distinguir entre las yuxtaposiciones de una cultura sobre otra. Pero no puede la matriz colonial opacar el sentimiento de respeto y admiración por la memoria propia. 
De la misma manera, Arguedas elige la musicalidad del quechua que es su lengua materna para dar cuenta de esas otras miradas que recomponen la identidad del indígena, muy diferente de la versión de los vencedores. A esta “afirmación de la condición andina” se refiere la escritora ecuatoriana Alicia Ortega cuando habla de la importancia de la lengua quechua en la obra del autor peruano, dice que:
En los ríos profundos, la relación conflictiva entre la consciencia analógica y la lógicacasual asume la singular dinámica entre el quecha, como ritmo, y el castellano como escritura. El quechua es un lenguaje no subyugado por ninguna escritura, en el cual el sonido origina mitos y asociaciones verbales, no parte del yo que conquista el mundo sino del acontecer del mundo como tal: el objeto y el verbo están en el centro. (Ortega 2014, 198)

El quechua en esta novela sería la lengua que recrea la memoria incaica, su música. La presencia del mundo ancestral por encima de la usurpación de sus riquezas y símbolos, esta lengua no necesitaría de la escritura para llegar hasta la gente; puesto que comunica al padre con el hijo; a los indios en su marginalidad; a las salineras en su revolución; a las chicheras en su jolgorio; a los viejos y las viejas en sus relatos; la naturaleza y la vida se manifiestan en su sonoridad. A todos aquellos y aquellas que son recriminados de “analfabetos” en el pensamiento occidental, pero que aún una lengua madre los regresa a su correspondencia con el universo. De allí palabras como el zumbayllu (sonido que hace el vuelo de alas), pinkuyllu, tankayllu suenen de naturaleza y canto andino.  Las melodías populares de la sierra llamadas huaynus a los largo de la obra se propagan como una voz  del sujeto andino, aún vibrantes desde sus raíces más profundas. He aquí el canto de las salineras cuando atacadas por los soldados con fusil de Huanupata, cuando defendían sus derechos, pues les habían robado la sal de sus hijos y se tomaron a las armas y en un ritual destriparon una mula en el puente de Abancay, y así desde un lado del puente cantaban:

No dispares; huairuro
Sobre el puente sé puente;
No mates, huairuro;
Sobre el puente espera,
Siéntate no te asustes. (Arguedas s.f., 114)

Con esta canción las mujeres lograron contener la fuerza militar. La jefa  doña Felipa, será una suerte de caudillo que en su momento representaría la organización de las mujeres en pro a la defensa de la vida, pues la sal significa el alimento de sus familias; sus hombres trabajan y la explotan, pero los colonos se llevan toda la ganancia, y se la dan de comer a sus marranos, antes que al pueblo trabajador.

La narrativa  de Arguedas nos permite recordar la memoria del mundo andino; no sólo para dar cuenta de su historicidad sino del “sentipensar” propio de sus pueblos; es necesario acercarnos desde otra propuesta metodológica  que deje expresar al otro, aquel que se le ha negado su pasado como es el indígena o el cholo en nuestra América mestiza, como el antropólogo Patricio Guerrero diría, es necesario que generemos:
 (…)Una forma de construir un pensamiento otro y una geopolítica del conocimiento desde la subalternidad, desde las epistemologías fronterizas, desde las “sabidurías insurgentes”, es entonces, hacer visibles esas sabidurías otras, esas “lógicas y saberes otros” y escuchar y aprender de esas otras voces que han estado siempre conversando con la naturaleza y el cosmos, no sólo desde la razón, el conocimiento y la epistemología, sino sobre todo desde la sabiduría, el corazón, la afectividad y la ternura. (Arias 2010, 37)
Es entonces, esta una excusa para abordar dentro de la novela, el valor de los sujetos sociales que han hecho su salida desde la subalternidad y la incursión de su discurso en una re-significación de nuestras estéticas propias.






 Carolina Hidalgo
Aspirante a Magíster en investigación de estudios culturales, UASB (Quito)









Bibliografía

Arguedas, Jose María. «Los ríos profundos.» Los ríos profundos. s.f.
Arias, Patricio Guerrero. Corazonar Una antropología comprometida con la vida. Quito: Abya Yala Universidad Politécnica Salesiana, 2010.
Kowii, Ariruma. Visión cultural del mundo andino: el caso del pueblo Kichwa. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, 2014.
Moreano, Alejandro. La literatura como matriz colonial. Cuenca: Ediciones encuentro sobre literatura ecuatoriana, 2014.
Ortega, Alicia. Tradición marxista, cultura y memoria literaria. Quito: Serie escritores ecuatorianos, 2014.


Comentarios

Entradas más populares de este blog