Si tocas, si sientes…aprendes
Pasados cuatro meses de estadía
en Argentina, pueblo que remueve los más altos estados de conciencia del
espíritu. Se comprende hemos sido niños y aún la inocencia brilla en el gesto
de humanidad de un país de libertades y derechos.
La conciencia colectiva, la cual
se trata de símbolos y códigos compartidos en las relaciones interpersonales
del día a día. Satisface una tradición de luchas de generaciones enteras por
arraigar un país para su gente.
No son casualidades que la
izquierda, el socialismo, el anarquismo, y toda postura que duda del sistema
capitalista instaurado como “único modelo”, se afiance en sus bases hegemónicas
y ponga en su lugar las discusiones políticas y económicas de un bienestar de
vida para los ciudadanos. Siendo un país de libertades el extranjero es
recibido con la misma calidad de derechos que todo ciudadano del mundo
contempla. Un país que promueve las artes y la cultura como la liberación del
espíritu, afianza la igualdad y la solidaridad a una calidad de vida digna de
ejemplo para toda Latinoamérica. No se quiere saltar todos los sucesos
acontecidos para que un país logré hasta el día de hoy, una esperanza. Pues, el
pueblo Argentino ha puesto el pecho con
entereza a un cambio de una conciencia de transformación que avanza como ríos
al cauce de un océano, la democracia.
El sistema capitalista de
consumo y enajenación se convirtió en el gigante devorador que teje sus redes
hasta controlar el movimiento del individuo más indefenso. Se suman los pueblos en la Europa y ahora en
Latinoamérica exhalando el último respiro, el trepador más peligroso cobra
miles de personas a las afueras de los pueblos. No sólo es una guerra
ideológica y armamentística. Sino el caso de una guerra biológica que promete
exterminar razas humanas enteras con la manipulación de sus alimentos y
recursos naturales. Así como verter toda la escoria química en sus ADN llegando
a interceder en generaciones enteras, naciendo todos los días niños mutantes y
muriendo de cáncer instalado miles en los líderes y las personas del cotidiano.
Frente a una panorama tan
crítico y desolador. Cómo explicar a unos niños o una juventud, cuáles han sido los códigos
ancestrales que las familias han construido en la piedra solar del tiempo para
obsequiarles la inmunidad frente a un sistema que amenaza con extirparlos tarde
o temprano. Cada vez son dilatados los vasos comunicantes de una generación a
otra. O qué sentido tiene que la población más afectada por la violencia
estatal sean los campesinos y los indígenas, sin contar los obreros que a
diario son absorbidos en el trajín de la producción. Cómo explicarles que la
vida no se trata de estadísticas. La más terrible realidad son los conjuros y
prejuicios que un sistema económico a través de sus políticas de retribuir
intereses propios a unos pocos, termina por desterritorializar al individuo de
sus oportunidades.
Algunos leerán con escepticismo
estas palabras contenidas de la visión que una poeta trasluce de los elementos
polifónicos del cotidiano. Vuelvo a reiterar, De este lado de las cosas la
poesía retoma manifestaciones de vida que sólo en la justicia, la soledad, la
ética, la democracia, entre otros justifican la experiencia del diario vivir.
El poeta es un sociólogo, un
investigador que vive en carne y hueso la palabra como su gente.
Como dice Garrio, el profeta del
equilibrio vital. “He aquí, yo Garrio, digo aquí y ahora, que los pueblos en
alguna forma se asemejan a los hombres, sufren complejos de superioridad
étnica; aquellos que sufriendo en la miseria su hambruna, se revuelca en su
complejo de inferioridad; se autoestiman “subdesarrollados”; sufren el síndrome
de etnia y a ésta llaman Destino”[1]
De este lado de las cosas hace
tiempo la educación neoliberal ha sido puesta sobre la mesa para ser revisada.
Descifrándose un sistema que genera seres humanos desposeídos de espíritu y de
capacidad imaginaria. Esto no sólo amedranta el proceso de construcción de una
sociedad sana y equilibrada, sino que también participa de la negación de la
vida. Minando fundamentos recíprocos de democracia y justicia.
Cómo confesarles queridos amigos
el poder tan grande que este país ha filtrado en mí, al encontrarme con la
mujer de la casa, el hombre de trabajo, los maestros de las comunidades, los
jóvenes emancipados hacia una conciencia de bienestar colectivo. Que aún no
puedo salir de mi muerte de vieja piel y anquilosado pensamiento. El despertar
ha sido tan angustiante de sentirme otra mujer, que el regreso me tienta como
un escape seguro, pero infructuoso.
Aún me encuentro cruzando las dos
aguas, persisto cuando familias enteras en mi país y en el caso de otros países
vecinos para asegurarse un techo de amparo. En mi caso, es tan sólo nomadismo
de mundo parte de un abordaje de la poesía. Donde se destaca la palabra en la
comunión con el otro, por una reivindicación de una ciudadanía del mundo.
El carruaje adoptado para esta
odisea ha sido mi educación que por suerte les adeudo a mi madre y mis maestros
quienes lucieron sus conocimientos y enseñanzas hasta el día de hoy.
La palabra está llena de
memorias y sigue cantando sus pre-visiones.
A estas alturas todo sistema
inmediato de globalización es un fundamento que debe ser revisado con lupa y
desglosado hasta su último principio. Por suerte de esta periferia del mundo,
los latinoamericanos contamos con una visión mitico-mágica de la tradición oral
y el encuentro colectivo que nos pone por encima de los engaños y esta realidad
tediosa de explotación de la vida que apunta a exterminarnos.
Con humildad su corresponsal
poética Carolina Hidalgo.
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