Una escritura creativa para la Memoria familiar



Hasta hoy, cuando el salvavidas de la memoria
Extendida liana del corazón,
de tierra en voces de los viejos,
del tejido seguro de las viejas,
aparece escrita, cantada, caminada
hasta quedarse en el motor de la humanidad.
Carolina Hidalgo

A través de este fragmento de noticias, quiero exponer un nudo de la memoria que para mi familia tiene mucho sentido actualmente. Nelly Richard dice que: “la memoria es un proceso abierto de reinterpretación del pasado que deshace y rehace sus nudos para que se ensayen de nuevo sucesos y comprensiones (Richard 1998, 64)”. Así que preferí leer mis propios nudos, ahora que vuelven a ser palpables. Y es que a veces necesitamos que la vida nos de pistas para empezar.
 En lo que le pido atención al lector, al observar el cuadro congelado de la noticia. No es precisamente el encabezado en azul y escrito en mayúsculas que anuncia la tragedia acaecida en Fundación Magdalena (Colombia) en el accidente del bus escolar con los 33 niños y niñas que mueren incinerados adentro del vehículo. No quiero trivializar la impotencia que deben sentir en estos momentos sus madres y padres con esta pérdida. Realmente es que esta noticia nos permitió encontrar lazos de nuestras vidas. En estas noticias en el homenaje a estos inocentes en el 2015; en un fragmento de no más de 2 minutos, aparece en entrevista mi tío Sigifredo Hidalgo Echeverri, el pintor de la obra que inauguraría esta conmemoración. Lo cierto es que este familiar lleva desaparecido de nuestras vidas hace más de 23 años. Después de una disputa con su hermano menor, juró nunca regresar a casa. Mi abuelo murió con el anhelo de volver a encontrarse con su hijo; muchos le decían que lo habían enfilado a la guerrilla, otros que le habían matado en una riña pasional. Pero nadie aseguraba haberlo contactado de nuevo. Lo cierto es que todas estas conjeturas son superfluas, a la luz de que en la familia siempre existió un ausente que anudó las más encontradas esperanzas.




El arte de mi tío, vuelve a fundirme en el pasado como en un sueño. Sus pinturas pertenecen a los recuerdos que más me permiten reconstruir una idea de su persona. Aquella interpretación del Cristo de San Juan de la Cruz pintado por Dalí en 1951, mi tío lo pintó en una pared de mi habitación que me acompañó toda la infancia. Solo que su pincelada personal de Cristo aparece suspendido en la galaxia y a sus pies, la azulada esfera de mundo. Muchas veces al fijarme, su Cristo me suspendió en una cruz de miedos, fuera de la azulada esperanza humana donde se encontraba mi madre. A los siete años de edad, recuerdo el temor que me causaba perderla o estar lejos de ella. Mi padre en mi niñez, ya era una figura suprimida por la muerte trágica. Y como en el catolicismo en el que me criaron decía que nos parecíamos a Jesús. Yo lo veía tan solo en el vacío cósmico. También recuerdo de mi tío, sus coloridos payasos al óleo. En los noventas, en Pereira, o por lo menos, en mi barrio Berlín en la seis con doce, se desató la moda de los payasos pintados con todas las técnicas inimaginables. Tal vez como una evocación a los arlequines de Pablo Picasso, un pintor tan nombrado como una marca de crema dental.

Es probable que este testimonio no pueda recrear todo lo que mi tío pudo haber hecho en el arte o en nuestras vidas. Porque se ha perdido un tiempo histórico compartido. Esta noticia relámpago, es una pista que nos ha dejado tejer el futuro encuentro. ¡Que así sea! De niña le admiraba y ahora que mi recuerdo es difuso, solo puedo relatar del impacto que sus pinturas despertaron en mí.





Finalmente, la memoria tejida de la liana del corazón es un llamado a encontrarnos con los nuestros. 

Notas donde aparece la trashumancia de Sigifredo Hidalgo. 
http://periodicoelsuroeste.com/noticias/regional/un-arbol-de-la-esperanza-para-salgar


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