Se juntan desnudos


Se juntan desnudos


Dos cuerpos que se juntan desnudos
solos en la ciudad donde habitan los astros
inventan sin reposo el deseo.
No se ven cuando se aman, bellos
o atroces arden como dos mundos
que una vez cada mil años se cruzan en el cielo.
Sólo en la palabra, luna inútil, miramos
cómo nuestros cuerpos son cuando se abrazan,
se penetran, escupen, sangran, rocas que se destrozan,
estrellas enemigas, imperios que se afrentan.
Se acarician efímeros entre mil soles
que se despedazan, se besan hasta el fondo,
saltan como dos delfines blancos en el día,
pasan como un solo incendio por la noche.





La poesía erótica en toda su fuerza destruye la dualidad para ver nacer la paridad. Un poeta solar como Jorge Gaitán Durán extiende su lengua ardorosa para dar vida a las pieles que la ciudad embalsama, plastifica y así devolverles el contacto, el primer encuentro. No se puede rozar los lomos de las antologías de poesía erótica colombiana, sin que este astro palpite entre nuestros dedos, y ellos le cuenten a nuestra boca que repita, que regrese a la página del deseo que se nos fue negada en esta historia de cuerpos (Carolina Hidalgo, Pereira, 2017).

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